Cuentos
domingo, 24 de junio de 2018
Mis Pantalones
Yo había comprado unos pantalones encantado por su diseño. El día que me los probé, sentí que eran controlados por otra persona y me obligaban a caminar en sentido contrario a mis deseos y me jugaban malas pasadas. El día de mi cumpleaños estaba saltando la soga en frente de todos en el colegio y el pantalón se me cayó, dejándome avergonzado en calzoncillos y yo no me explicaba cómo pudo haber sucedido o que habría hecho que se desajustase la correa y los botones. Otro día, cuando estaba a punto de declararle a la chica que me gustaba lo que sentía por ella, mis pantalones se cayeron otra vez y juré que nunca más los volvería a usar por lo que fueron a parar al fondo de mi ropero. No volví a ocuparme de ellos hasta pasados dos años cuando a falta de pantalones limpios me vi obligado a ponérmelos para un quinceañero, a pesar que me quedaban apretados, como traje de torero. Esa noche, mientras bailaba el Danubio Azul con la dueña del santo y mil ojos se fijaban en mí, los pantalones volvieron a escurrirse hasta mis pies dejando mis piernas lampiñas al descubierto. Cansado de pasar vergüenzas, fui a reclamar a la tienda y me encontré con muchas personas que se quejaban de lo mismo, pero el propietario dijo no saber nada. Por más que he querido deshacerme de ellos, los pantalones siempre regresan caminado hasta mi cuarto y todos los días me obstruyen el paso hacia la puerta, insistiendo en que me los vuelva a poner. Por culpa de ellos no puedo salir de casa, salvo que me vista con short o con falda escocesa.
domingo, 3 de diciembre de 2017
El Octavo viaje de Simbad
Aseguran que en Las Mil y una Noches, Sherezade le narró al rey Sharyar los siete viajes de Simbad.
En el primero, Simbad llegó a una isla que no era una isla, si no el lomo de una ballena gigante. En el segundo, se ató a las garras de un ave roc gigante y se quedó con los diamantes de la isla. En el tercero, emuló la hazaña de Ulises en La Odisea y dejó ciego al cíclope clavándole una estaca en su único ojo. En el cuarto, asesinó a varios hombres y mujeres que como él habían enviudado y fueron condenados a compartir en vida el sepulcro de sus parejas. En el quinto, llegó a una ciudad habitada por simios antropófagos. En el sexto, llegó a la isla de la serpiente que se tragó a un elefante. En el séptimo, arribó a una ciudad habitada por hombres-pájaro que en realidad eran demonios.
Fascinado el rey Sharyar con las aventuras de Simbad, Sherezade omitió contarle el octavo viaje. Por orden del califa de Bagdad, Simbad fue enjuiciado por ser un pésimo marino ya que la mayoría de sus viajes terminaron en naufragio. En contra de su voluntad, lo condenaron a su último viaje y lo arrojaron al fondo del mar, atado a una roca muy pesada. Así llegó al reino de los Atlantes de donde nunca pudo escapar.
viernes, 24 de noviembre de 2017
la calavera del caballero sangriento
Había un niño que se llamaba Leo Luján. Era el paje de la reina y tenía como ídolo máximo a Billy Zamora, uno de los caballeros del reino de Abjasia. A Billy le decían El Ejecutor porque cuando venía victorioso de un combate arrastraba las cabezas de sus rivales colgando de su sanguinario corcel.
Un día Leo tuvo que crecer y vio a Billy enfrentándose contra las huestes de Dark Lord. El estandarte rojo-azul de Billy terminó siendo pisoteado por los caballos de Dark Lord, cuyo estandarte era el verde-marrón. Dolido por el panorama de ver a todos sus hombres muertos y mutilados en todo el campo, Billy se arrodilló frente a Dark Lord y le pidió que acabara con su vida.
Cargando con el cuerpo decapitado de su ídolo, Leo dejó de ser paje de la reina y se entrenó noche y día, semana tras semana, mes tras mes, para convertirse en caballero abjasiano. En el año de la Furia, Leo, al mando de un nuevo ejército, partió en busca de Dark Lord y ambas tropas se enfrentaron en el mismo campo donde había sido derrotado Billy El Ejecutor.
Antes de que cayera las penumbras, Leo le asestó un golpe de espada en el pecho de Dark Lord y le partió los pulmones en dos. Tomó el caballo de su oponente y le quitó lo que llevaba como trofeo colgando en sus riendas: la calavera de Billy El Ejecutor.
Libre de su principal enemigo, la reina de Abjasia mandó que se levantara un monumento en el campo de batalla, pero Leo no estuvo presente cuando se develó la estatua de su ídolo: partió con su ejército en pos de decapitar a sus nuevos enemigos, llevando la calavera colgando en su corcel, que parecía sonreír sediento de sangre.
miércoles, 7 de junio de 2017
Padre / Padrastro
Estaba asustado. No entendía muy bien por qué sucedió. Hace veinte años yo era un niño muy feliz. Tenía cinco y vivía en una casa pequeña con papá y mamá.
Una tarde al llegar de la guardería encontré a mis padres peleando en la sala. Mi papá cogió sus maletas y se marchó de casa. Yo me quedé solo en la sala, sin comprender nada. Le pregunté a mi mamá qué pasaba y ella me respondió: "Papá ya no nos quiere y por eso se va, tal vez no regrese jamás". Yo me quedé aterrado. Comprendí que nunca más lo volvería a ver.
El tiempo pasó y cuando cumplí los ocho, vi a una persona llegar. Por el físico parecía ser mi papá, me acerqué emocionado a la puerta pero no era él, era la nueva pareja de mi mamá, eso que al que llaman 'padrastro' y pasé en casa de ser protagonista a un personaje de relleno, perdiendo mayor importancia al año siguiente cuando nació Patricio, el hijo de mi madre con ese sujeto.
Pasan los años y al borde de los quince mi padrastro salió de nuestras vidas y vino otro sujeto. Era mi padre que se había reconciliado con mi mamá, pero era imposible que se reconciliase conmigo. Para mí era un extraño al que nada me ataba. Hubiera preferido que siguiera de largo.
Cuando cumplí los diecinueve, mi padrastro retornó a casa una mañana que estaba en la universidad y mató a mamá a papá y a Patricio. Le dijo a la policía que mi familia era su familia y no de mi padre y no la quería compartir con nadie.
Ahora tengo veinticinco y sigo asustado. Tengo miedo de que la vida me convierta en 'papá' o me convierta en 'padrastro'.
domingo, 28 de mayo de 2017
El niño que miraba
En una calle donde todo era hermoso y colorido, todos los niños saltaban y jugaban, pero había uno que no era como los demás, se negaba a jugar, a bailar, a cantar y brincar. Se contentaba con solamente mirar, sin hacer nada por hablar o hacer amistad.
Había en el patio una niña que siempre salía acompañada de sus muñecas. El niño que no le gustaba hacer nada le gustaba verla jugar. Sentada en medio del parque, tomando gaseosa con Doritos en el invierno o un marciano de lúcuma o de maracuyá en los veranos.
Disgustados de verse siempre contemplados, la niña y los demás niños se acercaron a la ventana del niño observador y le arrojaron piedras, trayéndose abajo los cristales. Sin conmoverse por las lágrimas, la niña con tan buena puntería le arrojó un pedazo de ladrillo que le impactó de lleno en la cara y el niño nunca más los volvió a mirar.
Pasaron los años y los niños crecieron. Tema de sus conversaciones era recurrente la ventana abandonada y el niño que antes se asomaba. El secreto de su timidez lo comprendió la niña, ahora enfermera de un albergue, cuando vio a ese niño ahora crecido en una silla de ruedas. Había quedado mudo y paralítico en un accidente en el que sus padres habían muerto y había quedado tuerto por un ladrillazo que le cayó en el ojo.
Todas las tardes, la enfermera saca a su paciente a la calle para escuchar a los niños jugar y bailar. Sonríe a pesar que ya no los puede mirar.
Había en el patio una niña que siempre salía acompañada de sus muñecas. El niño que no le gustaba hacer nada le gustaba verla jugar. Sentada en medio del parque, tomando gaseosa con Doritos en el invierno o un marciano de lúcuma o de maracuyá en los veranos.
Disgustados de verse siempre contemplados, la niña y los demás niños se acercaron a la ventana del niño observador y le arrojaron piedras, trayéndose abajo los cristales. Sin conmoverse por las lágrimas, la niña con tan buena puntería le arrojó un pedazo de ladrillo que le impactó de lleno en la cara y el niño nunca más los volvió a mirar.
Pasaron los años y los niños crecieron. Tema de sus conversaciones era recurrente la ventana abandonada y el niño que antes se asomaba. El secreto de su timidez lo comprendió la niña, ahora enfermera de un albergue, cuando vio a ese niño ahora crecido en una silla de ruedas. Había quedado mudo y paralítico en un accidente en el que sus padres habían muerto y había quedado tuerto por un ladrillazo que le cayó en el ojo.
Todas las tardes, la enfermera saca a su paciente a la calle para escuchar a los niños jugar y bailar. Sonríe a pesar que ya no los puede mirar.
sábado, 1 de abril de 2017
Carta a un Daminificado de mi Edad
Sé que tú y tu familia viven momentos
difíciles. Les toca pasar una dura prueba donde no queda más que salir
adelante, teniendo la fe y la esperanza como incentivo. Dios nos ha mandado a todos
los peruanos una dura prueba de resistencia, pero estoy seguro que unidos vamos
a salir y forjar un país nuevo donde prime la cooperación y la solidaridad. Yo
no te conozco, pero eres peruano como yo y eso me basta. Yo confío en ti y Dios
también.
Dicen que a veces el mundo te tira y esta vez les ha tocado a los que menos tienen. A mí me ha pasado algunas veces, he tenido problemas y dificultades, pero de la Vida aprendí que hay que pararse y mirar todo lo malo con buena cara. No podemos hacerle frente a la furia de la Naturaleza, no podemos intervenir cuando nos llega cargada de agua-fango-piedras, pero podemos evitar que en el futuro no nos afecte tanto y haya tantos damnificados.
Espero que las autoridades habiliten para las personas que lo han perdido todo lugares más seguros para que construyan sus casas. Nunca más debemos construir por donde desfogan las quebradas. Yo soy consciente que la debes estar pasando mal. A las catástrofes naturales no hay que tenerles miedo, pero sí respeto y mucha precaución. Cuando cayó el primer huaico estaba en la calle con mi papá y nos fuimos corriendo a la casa. Yo vivo en un edificio y desde el techo presencié cómo el barro entró en el pasadizo del edificio. Mi departamento queda en el segundo nivel y el agua de lluvia ha levantado el piso de la sala, un daño mínimo para personas como tú que sé lo han perdido todo, pero estoy seguro, te vas a levantar.
Esta es la primera vez que hemos sido testigo de huaicos y otros estragos de las lluvias torrenciales. Sólo nos queda cuidarnos de las nubes de polvo que se levantan y de no tener contacto con el agua y el barro para no contagiarnos de leptopirosis. De otro lado, te prometo que nosotros seguiremos trabajando, recolectando víveres y ayudando a quienes más lo necesitan. Sé que poniendo de tu parte, vas a volver a ser feliz y Dios nos recompensará a todos por ser tan fraternos con el prójimo.
Fuerte abrazo para ti y tus
familiares.
jueves, 12 de enero de 2017
Desahogo
En mi barrio nadie te aprecia por lo que escribes. Leer para ellos es una pérdida de tiempo. Una obligación aburrida e inútil. Mis amigos me molestan. Dicen que escribo pura mierda. Se cagan en Confesiones y en Fuerzas SAS. De La Mosca —dicen— que me la meta por el culo. ¡Qué carajo me importa! Voy a seguir escribiendo y posteando en mi blog. Voy a llenar el internet de pura mierda y no voy a parar hasta que sus burlas, palabra por palabra, se las metan por el culo.
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