
—Mañana
jugamos la Final contra el Washington.
—Vamos a
cobrarnos la revancha. Este año nos hemos reforzado con Fabio y Matías. A
Alonso le ha hecho bien meterse en la Academia de Fútbol en el
verano.
—Nosotros
hemos mejorado, pero Washington sigue siendo el mejor. Ellos tienen a Víctor, a
Adrián, a Benedict, a Joaquín en el arco. Él se para fijo entre palo y palo y
no hay cómo meterle un gol.
—Diego
también ha mejorado desde que está en la Academia de la San Martín. Ahora mueve
el mediocampo. Es más creativo. En el partido pasado jugamos como una máquina y
goleamos al Roosevelt 7 a 0.
—Casi
igualamos a Washington que le metió nueve al Kennedy.
—El
problema de nuestro equipo es que a veces nos desordenamos. Todos queremos
atacar y nadie se queda a defender. El año pasado entre Víctor y Adrián nos
metieron seis goles. En todos estaban solitos frente al arco.
—Es culpa
del árbitro que no cobra posición adelantada.
—En
fulbito no se cobra posición adelantada, eso se cobra en el fútbol.
—¡Esta
vez sí, muchachos! ¡Debemos estar concentrados! Fabio, no hagas payasadas en el
arco. Por dártelas de gracioso, los pelotazos fáciles se te escurren como si
tuvieras mantequilla en los guantes. Alonso, tú te quedas atrás con Sebastián.
Es muy desordenado, pero si le hablas bonito te hace caso. Yo me quedo con
Matías en el medio para crear y obstruir. Jugamos sólo con Alfieri
adelante.
—¿Con
Alfieri? Pero si él se para fallando goles. Siempre hace una de más. Le gusta colocarse,
que la gente lo mire y encima patea despacio. A su remate le falta potencia.
Parece que no come bien en su casa.
—Ustedes
no lo han visto jugar últimamente. Alfieri ha mejorado bastante. En las clases
de fútbol de las tardes le han enseñado a tocarla en primera y a jugar más
para el equipo, a no enviciarse con la pelota, a darle pase al compañero mejor
ubicado.
—Pero el
equipo funcionó muy bien la fecha pasada sin él.
—Una cosa
es jugar contra el Roosevelt y otra contra Washington. El partido es crucial y
a Alfieri lo necesitamos.
—Diego,
lo dices porque Alfieri es tu pata. Eso se llama ser argollero.
—No es
argolla, Alfieri es nuestro mejor delantero y lo saben. Merece jugar de
titular. Me la juego por él. Mañana, cuando acabe el partido veremos si al
apostar por él nos equivocamos o no.
—¡Todo
sea por Lincoln!
—¡Por
Lincoln!
—Y por
'Alfieri Fútbol Club' —exclama Alfieri, quien, para variar, había llegado
tarde a la reunión.
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