
Una noche que despaché más pacientes que de costumbre, me dormí en la ruta y mi auto se estrelló contra un poste de luz. Quedé parapléjico y en estado de coma. A pesar de mis ruegos que nadie podía escuchar por hallarme aislado en mi interior, mis familiares firmaron la orden para que yo dejara de respirar aplicándome una inyección letal.
Ahora espero —no sé todavía qué— en el Purgatorio junto con otros comatosos despachados en contra de su voluntad. Muchos me miran mal, pero yo tengo la conciencia tranquila.
Ahora espero —no sé todavía qué— en el Purgatorio junto con otros comatosos despachados en contra de su voluntad. Muchos me miran mal, pero yo tengo la conciencia tranquila.
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