miércoles, 14 de diciembre de 2016

Costumbres Espartanas

Cargado de gloria tras derrotar a los atenienses en batalla, el rey Aneles regresó a Esparta con el deseo de conocer a su único hijo que había nacido en su ausencia. Ingresó a la recámara real y la decepción se le hundió hondo, como espada del enemigo, al descubrir lo deforme y espantosa que era la criatura que su esposa Samira llevaba en brazos. 

La mujer, con lágrimas de madre, le suplicó que no le hiciera daño, que no lo entregara al  concejo de sabios que, como es su costumbre, lo condenaría arrojándolo desde lo alto del Monte Taigeto, convirtiéndose en bocado de buitres. El rey decidió no matarlo pero ordenó encerrarlo en las mazmorras del palacio, donde la criatura, a la que llamaron Daniles, creció y se volvió más abominable.

Aneles murió y al no tener más herederos fue Daniles coronado rey y con él comenzó la decadencia de Esparta, no porque fuera débil y malformado, sino porque creció sin saber lo que era el amor y la buena educación.

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